12 dic 2010

Paisaje alienado

La imagen, objeto de fascinación ubicuo, arrastra así la realidad, la integra y llega a transformarla de principio a fin. La impresión de estar siempre y dondequiera rodeado de imágenes, que producimos nosotros mismos o que la sociedad u otros nos imponen, recuerda a una situación evocada en el más célebre de los mitos platónicos: el de la caverna en la cual los hombres toman las apariciones, las sombras por realidad, no teniendo otra posibilidad de acceder a ellas, obnubilados como están de su propia ilusión. Hemos aprendido también nosotros a confundir las imágenes y la realidad; esta confusión contribuye al desarrollo de modos de vida caracterizados por la estasis y la autoalienación voluntaria: ahora el mundo entero viene de nosotros o hacia nosotros, y cada uno absorbe, por así decirlo, lo que quiere de lo real. El estar en el mundo ha dejado espacio al estar en las imágenes, en un 'cualquier lugar' indefinible.

Michael Jakob. El paisaje.


Después del texto citado, el autor pone como ejemplo Oceandome, en Miyazaki, Japón, y las muy conocidas islas artificiales de Dubai. Quizá el primer proyecto sea menos conocido, pero no deja de ser un ejemplo de derroche. Se trata de una playa artificial cubierta, sorprendentemente situada junto a otra natural. La ventaja que tiene sobre la playa natural, es que en esta Oceandome no estás expuesto a los cambios climáticos, puesto que sustituye el clima natural por el artificial. Se acaba con un posible problema construyendo una naturaleza artificial y controlada, sin duda costosísima, y se cambia una experiencia real por un sucedáneo.


Un despropósito, vaya.




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